Por Dania Virgen Garcia
Desde la prisión de Kilo 5 y medio en la provincia de Pinar del Rio, el
preso contestatario Ramón Rodríguez Gamboa, describió la situación de algunos
presos no compatibles al régimen penitenciario.
Pascual Oropesa Matos, presenta esquizofrenia paranoide, con trastorno en
su personalidad, ha estado ingresado en el hospital psiquiátrico de la
provincia.
A este paciente hay que bañarlo, afeitarlo y, lavarle sus ropas. En fin
atenderlo como un infante.
Desde hace aproximadamente un mes el paciente se encuentra en un
destacamento donde los presos lo cuidan. Antes de estar en el mismo, los
guardias lo ubicaban desnudo en el llamado soleador toda la noche. El preso
gritaba atemorizado todas las noches hasta que los reos lo socorrieron.
Los autores del inhumano castigo, son, los dos jefes de pelotón los
hermanos Sandro y Gamusi Herrera Sotolongo y el reeducador conocido por el
Cadete.
También está el caso del preso José Julio Machín Zumeta de 45 años de edad
de la raza negra, es impedido físico, le faltan los dos brazos. Se encuentra en
prisión por el delito de amenaza, sancionado a un año y seis meses de privación
de libertad.
El recipiente que utiliza Machín para comer es un trozo de pomo plástico.
Los presos le colocan en los muñones amputados el pomo para que recoja su
comida en el comedor; un reo le introduce el alimento rancio dentro del
plástico. No importa si es pescado de penca lleno de espina o huevo duro con
cascara.
Cuando llega al destacamento los presos le limpian el pescado o le
descascaran el huevo, luego le ponen el pote en los en los muñones y él se lo
come como si fuera un cerdo.
En ocasiones los jefes de pelotón Sandro, Gamusi y el Cadete lo obligan a comerse la comida dentro del
comedor para reírse de él.
En las visitas familiares, el Cadete le bota la comida que le trae la
familia con sacrificio.
Los guardias de la prisión le dicen a los presos, que ellos son los que
mandan allí, que Raúl Castro gobierna en el Consejo de Estado, y Marcos con sus
gentes en la Dirección de Cárceles y Prisiones.
Otro caso es el de Ernesto Concepción Valdez de 44 años de edad, mide 1,35
metro de estatura. Se encuentra preso por robo con fuerza, sancionado a 11 años
de prisión de libertad.
Este preso no es la primera vez que comete el mismo delito.
Concepción Valdez, cuando tiene hambre penetra en la bodega de su comunidad
para comerse la leche en polvo con azúcar y, compota, sin tocar otro producto,
se marcha o se queda durmiendo en el lugar hasta el otro día, que lo despierta
el bodeguero con la policía.
El preso Pedro Lázaro Herrera Cruz de 24 años de edad, se inyectó agua
sucia en su brazo derecho. El brazo le fue imputado.
Ahora se inyectó agua con azúcar en un pie, quien no ha sido atendido por
un médico, el mismo está preso por un delito de robo que asegura que no
cometió.