Para la llegada de Francisco, este mes, se han remendado las fachadas de ruinosas avenidas
Por|
León Padrón Azcuy
LA HABANA, Cuba –
Con motivo de la venida del Papa Francisco a Cuba,
del 19 al 22 de este mes, el gobierno ha desplegado un amplio movimiento
de brigadas constructivas que, de prisa y corriendo, están enmascarando
con brochazos y parches de cemento la imagen de fealdad y destrucción
que muestra la ciudad.
Un ejemplo es lo que ocurre en la calle Reina, en Centro Habana, y en menor medida las obras en calle 25, en el Vedado.
De esa forma, mientras se acondiciona la Plaza de la Revolución para
la Misa Multitudinaria del día 20 de septiembre, o se ultiman detalles
en la restauración de la Catedral de La Habana y de la iglesia de Santa
Catalina de Siena, en Paseo y 25, también la calle Reina y sus
edificaciones en ruinas están siendo maquilladas con pintura, y han
asfaltado la calzada.
En Reina se encuentra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús
–erigida por los jesuitas–, y considerada una joya arquitectónica, con
una torre gótica que se empina a 77 metros, rematada por la cruz de
bronce.
La calzada, que tomó ese calificativo en honor a la reina española
Isabel II –el nombre oficial es el que nadie le ha dicho nunca, Avenida
Simón Bolívar–, comienza en El Palacio de Aldama y termina en el
semáforo de Belascoaín. Se destaca por su antigüedad, por su contenido
histórico, y por la confluencia de diversos estilos arquitectónicos
producto de una expansión comercial, educativa y espiritual.
Desde hace siglos estaban enclavados allí innumerables negocios: una
sociedad de chinos, dos cines –el Cuba y el Reina–, los Almacenes Ultra
S. A, los Almacenes Inclán, la antigua sede del diario vespertino El
País, la librería Canelo –que vendía libros viejos y raros–, la
Cooperativa Médica de Dependientes, la casona donde murió en 1889 el
erudito Bachiller y Morales, los Laboratorios Vieta-Placencia, la
emisora Mil Diez, o la famosa ferretería de José Feíto y de su cuñado,
Nicolás Cabezón, que aún es llamada “Feíto y Cabezón” por los habaneros.
Pero en la actualidad sólo quedan las sombras de ese pasado. Más de
medio siglo de abandono constructivo por parte del gobierno han
convertido en harapos a la calle Reina. O mejor, para decirlo con las
palabras de María Julia, vendedora de café desde la ventana de su hogar:
“¡Santo cielo, ha pasado de ser reina a mendiga!”.
Sobre el tema comenta Javier, bailarín, y vecino del lugar, que
“gracias a la venida de este Papa argentino están arreglando a la Reina,
remendando las fachadas y pintarrajeando sus ojeras. Cuando comenzaron,
en julio, yo pensé que lo harían tanto externamente como por dentro de
las casas, pero nadita de eso. Al pedirle a un trabajador que me
coloreara la sala-comedor, me contestó que tenían orientado pintar
únicamente afuera, pero que por 25 CUC había negocio”. También
Adalberto, residente en la esquina de la calle Lealtad, comentó: “Por
aquí vinieron a pintar hace como once años, y al mes, el cuartico estaba
igualito. La misma mugre de siempre”.
Al entrevistar a un ciudadano de a pie, en la esquina de Gervasio,
junto al Asilo Gómez Gendra, este dijo que le daban “ganas de llorar por
el estado ruinoso del cine Cuba y del bellísimo edificio de los
Laboratorios Vieta-Placencia, que interiormente está inhabitable y
pertenece a la empresa Infomed. Además, hay un montón de casas en altos
que perdieron los techos”.
Finalmente una señora que ejerce como manicure, y que también
prefirió el anonimato, concluyó: “Aunque me tilden de loca, yo digo lo
que pienso. Este maquillaje sirve para ocultarle al Papa el desastre
causado en Cuba por ‘quien tú sabes’, y aún más, para que no compruebe
que el gobierno está pidiendo el agua por señas”.
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