LIBERTAD, LIBERTAD. LIBERTAD. INMEDIATA PARA RAUL RODRIGUEZ SOTO Y TODOS LOS PRISIONEROS POLITICOS DE CONCIENCIA, Y ENFERMOS.
Por Elena Lamache y Gloria Pérez. (Voceras)
INFORMO EL PRISIONERO Javier Porro. (Activista Mov de DH 10 de diciembre)
LA HABANA 5 DE JUNIO DEL 2013 (11 Y 45 DEL DIA)
El
prisionero Raúl Rodríguez Soto Presidente del Mov de DH 10 de diciembre
afiliado al CAPPF de la Brigada 2506, continúa en muy delicado estado de salud
en el mismo calabozo donde fue obligado a convivir a pesar de su estado crítico
y del hacinamiento que existe en el mismo y la insalubridad.
Como seres
humanos, dolientes de nuestro hermano, estamos convencidos todos de que es de
inmediato cumplimiento por parte de la seguridad del estado que el prisionero
sea trasladado urgentemente hacia un hospital donde sea atendido por
especialistas en gastrología y cirugía, a causa de las dos ulceras perforadas
de estomago, que pueden volverse malignas, y por lo que no le cesan los vómitos
de sangre, y el intenso dolor abdominal que no se le calma ni con las duralginas
que le suministran en el hospitalito del Combinado del este donde es llevado
solamente a inyectarse y devuelto de inmediato al calabozo.
Están
jugando con la vida de un ser humano, muchos al igual que él han fallecido
complicados y sépticos, ante las condiciones insalubres de este recinto
penitenciario incluyendo el llamado hospital del mismo.
Raúl muere
lentamente bajo las órdenes inhumanas del oficial Rubén del Dpto. 21, quien a
su vez cumple órdenes y hace cumplir, todas en revancha contra el prisionero,
pues no han podido silenciarlo a pesar de que han puesto en peligro su vida.
Raúl es diabético,
con muchas patologías clínicas delicadas y de atención especializada, tiene
profundas lesiones infestadas en los miembros inferiores, y no le dan la atención
que necesita, ni siquiera la insulina que hay que suministrarle para controlar
los niveles de azúcar en sangre, que destruyen paulatinamente su organismo.
Nos está
bien informar al Mundo que como él hay muchos reclusos sin atención médica,
muriendo en silencio, humillados, manipulados, y totalmente destruidos por
dentro y por fuera.
Metidos en mazmorras pestilentes, e insalubres
donde sus voces no son escuchadas. Solamente
el sonar de las torvas, los gritos de los conduces, o las vociferaciones de
insultos morales por cualquier razón al son del crujir de las rejas del
atropello.
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