Tras dos semanas varados en Costa Rica, los emigrantes cubanos han
entablado lazos afectivos con los ciudadanos del país, en su mayoría
colaboradores de los albergues.
"Los ticos son maravillosos. Nosotros sabemos que es agotador para
ellos tener que atender esta situación durante tanto tiempo, sin embargo
nos tratan de manera agradable. No me puedo quejar", dice Julio César
Martínez, albergado en el Colegio Nocturno de La Cruz, provincia de
Guanacaste.
De los 2.000 cubanos que se encuentran en ese pueblo, ubicado en la
frontera con Nicaragua, algunos han tenido la suerte de ser recibidos en
casas familiares.
Lázaro Fernández está desde hace diez días, junto con su esposa Teresa y su hijo Pedro, en el hogar de Gabriela Ureña.
"Ya somos parte de la familia", comenta Fernández entre risas.
Asegura que, a pesar de la difícil situación, el trato ha sido "de lo
mejor".
Ureña, que es jefa de hogar y tiene solo una hija de ocho años,
afirma que la experiencia la ha enriquecido. "Me gusta saber que estoy
ayudando a gente que lo necesita. Han sido personas maravillosas, muy
llenas de Dios y con una fe enorme. De verdad espero que puedan cumplir
su sueño de llegar a Estados Unidos.
Con respecto a los gastos de la casa, asegura que sus huéspedes
"básicamente cubren sus propias necesidades. Nosotras les damos el
techo".
Enrique Castro vive una situación diferente. Viaja con amigos y se
tuvo que acoger a un albergue. Explica que no es fácil pasar los días en
suelo tico, pero "no podría pedir más".
"El costarricense es 'pura vida', como dicen aquí, son muy simpáticos
y amables, y sus mujeres son hermosas. En todo momento nos han ayudado y
eso lo vamos a recordar por siempre", recalca.
Compara la acogida de los costarricenses con el trato que recibieron
hace 15 días en Nicaragua, de donde fueron expulsados por el Ejército.
Eliana Madrigal es colaboradora en el albergue del salón multiusos
del cantón de Upala. Lleva cinco días brindando sus servicios de forma
gratuita para la atención de los cubanos.
"Son de admirar", dice. "He escuchado la historia de muchos y de lo
que han vivido para llegar hasta aquí y estoy sorprendida porque no
pierden su carisma, son muy chistosos.
A veces ponemos música para
bajarles el estrés de su espera aquí y muchos se apuntan a bailar; creo
que ese sabor lo traen en la sangre", opina.
Si bien es cierto que no todo es color de rosa en la estancia de los
cubanos, los involucrados en la crisis defienden que el saldo del
despliegue de emergencia es positivo.
"No se puede tapar el Sol con un dedo, hemos tenido inconvenientes
con algunos de ellos a la hora de hacer las filas para repartir las
comidas y en la noche, a la hora de cerrar los albergues. A pesar de
esto, se trata de una minoría.
Lo cierto es que los cubanos han
demostrado ser personas buenas y agradecidas", señala Gloria Bolaños,
coordinadora del albergue de Guatuso.
"Pasamos mucho tiempo con ellos y eso ha servido para hacer amistad;
algunos llegan y me cuentan sus problemas y preocupaciones y me gusta
escucharlos para ver cómo puedo ayudar", concluye.
Unos 4.000 cubanos están varados en territorio costarricense. La
mitad de ellos se concentra en albergues del cantón fronterizo de La
Cruz.
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