El huracán Matthew abandonó ya el extremo oriental de Cuba dejando a
su paso mucho daño y un profundo dolor. Según activistas de la Unión
Patriótica de Cuba, UNPACU, en la primera villa fundada en la mayor de
las Antillas, es grande la destrucción. Muchas familias han quedado sin
hogar.
El General Ramón Espinosa Martín, viceministro de las Fuerzas Armadas
(FAR), dice que no se reportan pérdidas de vidas humanas y ojalá sea
así, pero desde Baracoa nos llegan preocupantes comentarios que circulan
entre la población. Estamos tratando de obtener información precisa lo
más pronto posible.
La prensa oficial dice muy poco, le caracteriza una
mezcla de incapacidad para informar pronta y objetivamente y una gran
habilidad para ocultar la realidad y mentir.
En momentos como estos urge la solidaridad, la ayuda pronta y
efectiva, la asistencia a los damnificados.
Luego del paso de huracanes
anteriores, como el Sandy, hemos visto la pésima gestión del Estado
totalitario. Cuatro años después del paso por Santiago de Cuba de aquel
meteoro en octubre de 2012, muchas familias siguen sin vivienda o viven
en casuchas levantadas con esfuerzo propio y que no resistirían los
vientos de una tormenta tropical.
La UNPACU está dispuesta a ayudar al máximo posible a los afectados
en municipios guantanameros y cuenta con el apoyo de patriotas exiliados
para ello.
El régimen estará obstaculizando toda acción solidaria y
persiguiendo a los activistas involucrados. Esto no nos detendrá. Cuatro
días antes de la llegada del huracán a Cuba ya estábamos tomando
medidas, adquiriendo alimentos, almacenando agua potable y combustible.
Acondicionamos nuestras mejores viviendas para evacuar a los activistas y
vecinos residentes en casas inseguras. También comenzamos a entrevistar
a muchos ciudadanos indignados por el abandono en que les dejan las
autoridades y por las mentiras de los funcionarios y de la prensa
oficial.
La policía política de inmediato comenzó a detener y amenazar a
nuestros activistas para impedir nuestra labor informativa y
obstaculizar las acciones encaminadas a ayudar a la población.
Las
autoridades saben que sus gestiones son insuficientes, pero persiguen a
quienes queremos hacer el mayor bien posible. En Santiago de Cuba
tenemos aún a tres activistas detenidos por entrevistar a personas y
filmar largas y hasta violentas colas para obtener alimentos y otros
productos necesarios.
Según los agentes de este cuerpo represivo, no
permitirán que se difunda ninguna información que afecte la imagen de la
"revolución" y ponga en peligro la "seguridad del Estado".
Incapacidad y discurso triunfalista
Poco tiempo después del paso de Matthew por Haití, ya la televisión
nacional daba datos sobre los daños causados a esa pobre nación. Al
mediodía de hoy, cuando ya el huracán se encuentra distante de las zonas
afectadas, todavía un Gobierno que alardea de su capacidad para
enfrentar fenómenos naturales e informar a la población, no ha sido
capaz de enviar un helicóptero a Baracoa y demás lugares dañados para
mostrar imágenes de lo allí ocurrido. Solo han mostrado algunas fotos
enviadas por vecinos.
Desde hace cuatro días venimos escuchando un discurso triunfalista
que contrasta con la realidad que viven las personas desde antes de la
llegada del huracán y la situación en que tienen que vivir muchos en las
zonas afectadas, después del paso del fenómeno meteorológico.
Raúl Castro estuvo visitando a las fuerzas represivas especiales del
Ministerio del Interior en Santiago de Cuba. Se dijeron listas para
labores de rescate. Pero no. Listas están para reprimir a activistas,
periodistas independientes y opositores pacíficos que ofrecen ayuda a
los más necesitados.
En Santiago de Cuba, ni Raúl Castro ni el secretario del Partido
Comunista Lázaro Expósito visitaron nunca los barrios donde muchas
familias en endebles viviendas esperaban angustiados el huracán. Hay que
oír centenares de opiniones recogidas por la UNPACU y que no se han
podido publicar aún porque desde el domingo en la mañana se suspendieron
las conexiones a internet en la provincia. En las entrevistas, varias
personas se dicen engañadas por el Gobierno y la mayoría asegura que no
recibió ninguna ayuda tras el paso de Sandy hace cuatro años, así que
mucho menos esperan si Matthew les deja sin sus deterioradas viviendas.
Desde que comenzaron a evacuar personas en las provincias orientales
empezamos a recibir quejas de diferentes lugares: desde Guantánamo,
varios intoxicados por un picadillo entre los evacuados en escuela del
Barrio Obrero.
Desde Providencia 4, Majibacoa, Las Tunas, 43 evacuados en un local
estatal no tenían alimentos ni leche para niños pequeños y dormían en el
piso.
En Palma Soriano, evacuados en el reparto Amelia, en una escuela
primaria, el lunes solo comieron un pequeño pan con picadillo y también
debieron dormir en el piso.
En una escuela secundaria en Altamira,
Santiago de Cuba, un centenar de evacuados pasó el día sin alimentos.
Tuvieron que sacarlos del lugar y llevarlos a otro sitio por no tener
condiciones.
Lo anterior es solo una pequeña muestra.
Muchos ciudadanos, por su parte, se negaron a ser evacuados en
centros estatales y buscaron la solidaridad de vecinos. Esteban Lazo,
presidente de la Asamblea Nacional de Poder Popular, dio un dato que
debería darle pena: "el 93% de los evacuados estaban en casas de
familia".
El Estado totalitario que exige sacrificios y resistencia, el Estado
explotador que paga míseros salarios y exige más y más esfuerzos y
contribuciones al pueblo, no puede evacuar debidamente a los miles de
ciudadanos humildes que viven en pésimas condiciones.
En la medida en que se acercaba el huracán había que ver las colas en
los locales de la Western Unión en Santiago de Cuba; largas colas de
personas de todas las edades, blancas, mestizas y negras, de ambos
sexos, recibiendo dinero procedente principalmente de EEUU.
Salían tras
recibir el dinero e iban hacia los mercados en divisas a hacer otras
colas para comprar alimentos y otros productos necesarios. Son los que
tienen la suerte de tener familiares en el extranjero. Los que no, los
que no forman parte de la clase privilegiada en las estructuras del
régimen, esos solo esperaban del favor de Dios. Por suerte para los
santiagueros, parece que Dios los escuchó.
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