LA HABANA, Cuba.- Uno de los reclamos permanentes de los trabajadores
estatales cubanos es que les sean aumentados sus salarios con vistas a
afrontar la galopante carestía de la vida. Apenas transcurre alguna
reunión o conferencia sindical en que ese tema no salga a la palestra.
Sin embargo, siempre tropiezan con la negativa de las autoridades
gubernamentales o los jerarcas de la oficialista Central de Trabajadores
de Cuba (CTC).
Ahora acaba de trascender que una solicitud semejante ha partido de
los jubilados y pensionados, quienes se quejan de la insuficiencia en la
cuantía de los importes que reciben de la Seguridad Social. Y deben de
haber sido muchas las solicitudes para que el órgano oficial de la CTC,
el periódico Trabajadores, se hiciese eco de ellas.
En la edición del lunes 11 de diciembre de ese semanario (“Aumento de pensiones, cuestión de economía”)
aparece la respuesta que la jefa del Departamento de Trámites de
Pensiones del Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS), Ana
Margarita Martín Pérez, ofrece a dichas solicitudes. La funcionaria
reafirma que, por el momento, no habrá tales aumentos, y que solo
pudieran sobrevenir “cuando las condiciones económicas del país lo
permitan”.
Sin dudas, se trata de una respuesta desesperanzadora para todo aquel
que esté al tanto de las tribulaciones que padece la economía de la
isla. Porque, en primer término, aumentar salarios, pensiones o
jubilaciones implica inyectar dinero en la circulación, y si esa
operación se realiza sin el debido respaldo productivo, se crea el caldo
de cultivo para la aparición de una inflación generalizada. Una
escalada de precios que afectaría mayormente a esas propias personas de
bajos ingresos.
Claro que el gobierno tendría a su disposición otra variante que no
supondría la inyección de dinero en la circulación. Se trata de la
hipotética disminución del tipo de cambio del CUC con respecto al CUP o
moneda nacional, que es con la que se pagan las pensiones y
jubilaciones. Una disminución de ese tipo de cambio, hoy fijado en 1
CUC igual a 25 CUP, aumentaría el poder adquisitivo de los portadores
del CUP, entre ellos los jubilados y pensionados.
Sin embargo, esa variante choca con la pobre oferta que exhiben los
centros comerciales cubanos, los cuales se verían arrasados ante un
incremento repentino de la demanda.
¿Y qué debería pasar para que las autoridades pudiesen aumentar la
oferta? Pues cualquiera de estas dos variables: un aumento de la
producción nacional de bienes, o un incremento de las importaciones de
mercaderías. Y, al parecer, el país no está en condiciones de acceder a
ninguna de ellas.
Con respecto a las importaciones, afectadas por lo endeble de las
finanzas externas de la isla, vale acotar que, según cifras publicadas
por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en el año
2016 Cuba importó mercaderías por mil 432 millones de pesos menos que
en 2015. Y de acuerdo con cifras preliminares, el 2017 podría seguir esa
tendencia bajista.
No debemos olvidar que buena parte de los jubilados y pensionados
cubanos perciben 200 CUP al mes, lo que equivale a unos ocho dólares.
Si los estándares internacionales insisten en que sobrevivir con menos
de un dólar diario es caer por debajo del límite de la pobreza, entonces
¿cómo calificar a esas personas que subsisten con menos de treinta
centavos de dólar por día?
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