Por Lilianne Ruíz
 
LA HABANA, Cuba, julio 2013, www.cubanet.org.- 
 El preso político Ernesto Borges Pérez fue amenazado de muerte por un 
preso común, en presencia de un teniente del Ministerio del Interior 
(MININT), en la prisión Combinado del Este.
El pasado mes de junio, un preso común designado por las autoridades 
del penal como “Jefe del Consejo de Presos”, a pesar de estar cumpliendo
 una condena por asesinato, ser narcodependiente, por el consumo de 
pastillas que se comercian “clandestinamente” dentro de la prisión, y 
mantener una conducta violenta, dijo a Borges Pérez:
-Te voy a dar una puñalada que te entre por aquí (señaló al hígado), y
 te salga por detrás. Te van a tener que enterrar en los Estados 
Unidos-, declaró el prisionero político a esta periodista durante una 
visita privada.
El área de la visita es un comedor. Ningún periodista independiente 
cubano, ni de agencias de prensa extranjera, que no sirva a los 
intereses de propaganda del estado socialista cubano, ni los relatores 
del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, han tenido acceso al sistema 
penitenciario cubano por dentro.
Después de recibir la amenaza, Borges Pérez le advirtió al recluso 
que haría una acusación formal de amenaza de muerte y tomaría por 
testigo al teniente Javier, conocido como “El Reeducador” -encargado de 
adoctrinar políticamente a presos comunes-, que había estado presente 
durante el altercado. Pero el oficial respondió a su vez:
-No voy a servirte de testigo, yo no estoy aquí.
Borges Pérez considera que semejante respuesta puede funcionar como 
incitación para que un reo con las características antes mencionadas 
agreda a un preso político.
En general, dice: “La población penal respeta a los presos políticos,
 a no ser que la Seguridad del Estado intervenga”. Y añade: 
“Mensualmente, se reúnen en una oficina con el preso que ellos 
designaron como jefe y que el resto conoce como “El Disciplina”, y le 
dan indicaciones precisas de cómo tratar con los presos políticos”.
Conmutada pena de muerte
Borges Pérez fue condenado a 30 años de cárcel por el Tribunal del 
Ejército Occidental, el 14 de enero de 1999,  bajo el delito de 
Espionaje, en la causa No. 2 de dicho año. La pena de muerte por 
fusilamiento le fue conmutada.
El delito por el que fue juzgado consistió en haber reunido los 
expedientes de 26 “agentes carnadas” de los servicios secretos cubanos, 
para divulgarlos posteriormente. Fue detenido por esta acción el 17 de 
julio de 1998.
El fiscal del caso expresó a la familia, concluido el juicio, que 
solo cumpliría la tercera parte de la sanción, 10 años, para luego 
obtener libertad condicional, por tratarse de un militar de carrera sin 
antecedentes.
Pero Borges Pérez no se ha retractado ideológicamente. Ha continuado 
trabajando en la denuncia de violaciones de los derechos humanos de la 
población penal, ha ofrecido su testimonio escrito del caso contra 
Robert Vesco de 1996, del que participó como analista principal del 
departamento 1 de la Dirección General de la Contrainteligencia, en los 
interrogatorios.
A 15 años de los sucesos que le llevaron a la cárcel, Borges Pérez 
rememora las razones que tuvo para pasar de la oficialidad a la 
disidencia:
“Fueron un grupo de factores”, dice; “la Perestroika, la corrupción 
que vi dentro de la Seguridad del Estado, el tráfico de influencias, la 
constatación de que la única prioridad del aparato es perpetuar en el 
poder al clan Castro. La insensibilidad del Estado/ Partido ante la 
miseria de la población en los años de Período Especial, para mantener 
el control político y económico del país.
“La Seguridad del Estado del gobierno cubano”, agrega, “es un aparato
 sobredimensionado y corrupto, porque tiene un exceso de plantilla que 
no se corresponde con el tipo de resistencia, no violenta, que se hace 
en la Isla, y una educación en la violencia amparada por la ideología 
del castrismo. Desde el fin de la guerra civil, que abarcó el periodo 
del 61 al 66, con la llegada de los años 70, la oposición en Cuba se 
enfoca en la defensa de los derechos humanos y la lucha contra las 
violaciones institucionalizadas por el sistema. Pero la Seguridad del 
Estado mantiene su estructura de represión idéntica a la utilizada 
durante la guerra civil.
 Al ser un aparato sobredimensionado en personal
 y en plantilla, los oficiales operativos (contrainteligencia) crean 
redes de informantes en todos los segmentos de la sociedad, y se 
constituye el Estado Policial”.
En huelga de hambre
En el año 2012, Borges Pérez sostuvo dos huelgas de hambre. La 
primera duró 9 días, en reclamo del derecho a hacer llamadas telefónicas
 regularmente  -en especial para hablar con su hija en el extranjero-, 
así como la devolución de sus medicamentos, indicados para las 
enfermedades crónicas que padece, entre ellas asma bronquial, y el 
acceso a servicios médicos especializados. Finalizó la huelga al obtener
 la palabra del teniente coronel Vargas, en aquel momento Jefe de 
Prisiones de la Habana, de que cumplirían sus demandas.
Pero las autoridades no cumplieron. A menos de un mes de suspendida 
la primera, inició una segunda huelga de hambre, exigiendo libertad 
condicional.
El 28 de febrero de ese año, a los 18 días de inanición,  se presentó
 en su celda el Cardenal Jaime Ortega Alamino y le prometió discutir su 
libertad con el General- Presidente de Cuba. “Durante 7 días valoré esta
 promesa del Cardenal y abandoné la huelga a los 25 días”, precisa.
Una comisión ministerial le visitó al cabo de un mes: “Revisaron por 
primera vez mi expediente de prisionero, y respondieron que habían 
propuesto a los tribunales mi libertad condicional, pero han pasado 14 
meses desde esa visita”.
“Cuando un preso político inicia una huelga de hambre”, comenta 
Borges Pérez, “se crea un Puesto de Mando, que tiene que informar 
diariamente a la alta jefatura del MININT. La creación de un Puesto de 
Mando se traduce en más gasolina para los carros, café, cigarros, 
asignaciones especiales de comida, vacaciones en casas en la playa, 
certificados de reconocimiento, ascensos. Es una inercia burocrática 
represiva. Viven de eso”.
Tras haber denunciado telefónicamente esta última amenaza de muerte, 
las autoridades carcelarias tomaron la decisión de cambiar de piso a 
todo el destacamento, permaneciendo en él sólo Borges y su compañero de 
celda, con un nuevo grupo de presos. También, el reeducador Javier fue 
transferido de área.
Sobres lacrados
Pero el 29 de junio fue conducido, esposado, a una oficina del 
Combinado del Este, donde había un coronel, que se presentó como 
sustituto del director general de Cárceles y Prisiones, y le fue 
reiterada la amenaza en los términos de que, ante el preámbulo de un 
cambio democrático en Cuba, dijo el coronel, “nosotros estamos 
preparados para eso, y tú también te tienes que preparar. Tenemos 
instrucciones precisas en sobres lacrados, sobre el tratamiento que hay 
que darle a ustedes” (los presos políticos, se entiende).
Dicho coronel le expresó además que le sería retirado nuevamente el derecho a las llamadas telefónicas.
El 5 de julio, un militar con grados de Mayor le comunicó 
oficialmente que sus  llamadas telefónicas deberá realizarlas, a partir 
de ahora, desde una oficina, y que solo tendrá derecho a una llamada de 
10 minutos por semana, sin horario fijo y en presencia del reeducador 
Javier.
“Con esto, las autoridades del penal no solo están violando el 
derecho establecido internacionalmente sobre el trato a prisioneros, 
sino también están incumpliendo con lo acordado tras el cese de la 
huelga de hambre que realicé en 2012”, concluye Borges Pérez.
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