En el municipio oriental de Yara, las antiguas escuelas Veguita 1 y 4 están siendo remodeladas para ser utilizadas como cárceles
BAYAMO, Cuba. – A un costado del camino que va del poblado Veguitas a
La Sal, en el municipio granmense Yara, se encuentran ubicadas las
antiguas escuelas Veguita 1 y Veguita 4, designadas recientemente por el
Gobierno de Bayamo para ser transformadas en prisiones, en respuesta al
alto índice de delitos.
Veguita 4, antigua escuela militar, ha sido convertida en un
reclusorio para mujeres, según declaró Carmen Ocaña, vecina del lugar:
“Dos de mis hermanos fueron profesores y mis hijos estudiaron en ambas
instalaciones, cuando eran escuelas. En vez de hacerla prisiones
deberían convertirlas en viviendas, que bastante falta hacen”.
Se estima que laboran allí más de 300 reclusos, construyendo las tres
cercas perimetrales de concreto y alambres de púas que bordean los
perímetros, además del corte del marabú que cubre el área.
Durante la visita de este reportero al lugar, se pudo conversar con
algunos reclusos que trabajaban en la cerca. Éstos pidieron que no
fueran revelados sus nombres para evitar represalias, y además nos
informaron sobre el rigor del trabajo que hacen, la escasa cantidad y
pésima calidad de los alimentos, sumados a las malas condiciones de vida
que tienen dentro del penal.
Uno de ellos comentó: “Trabajamos como unos mulos, sin embargo de
comida nos dan una miseria. Imagínate que el desayuno de hoy fue té de
albahaca y fongo hervido (plátano burro)”. Otro añadió: “Uno se pasa el
día entero con hambre, porque con lo poco que dan nunca quedamos
satisfechos.
A veces no te puedes ni comer lo que dan, porque si no
está mal cocinado, esta desabrido o echado a perder”.
Uno que se sumó luego, mientras desenrollaba un alambre, comentó
angustiado:
“No te imaginas lo malo que está esto aquí adentro. A veces
no te dan ni el aseo ni las maquinillas de afeitar. Mira como tengo las
manos, ¿tú crees que está bien que no nos den guantes? Ya me he
pinchado como 50 veces.”
Familiares de reclusos, camino al lugar, comentaron no entender por
qué el gobierno convierte las escuelas en prisiones de alto rigor.
Una señora de avanzada edad, que tiene un hijo recluido allí,
mientras se secaba el sudor del rostro, nos comentaba lo difícil que se
le hace llegar al lugar, por el escaso transporte.
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