Por Jorge Alberto Liriano Linares/ Hablemos Press.
Camagüey.― Decenas de intentos de suicidios en la prisión régimen especial Kilo 8, en Camagüey, evidencian el alto grado de desesperación que viven los presos en este antro. Donde la represión arbitraria carente de voluntad educativa y reformadora rehúndan la violación de sus más elementales derechos.
El hambre, la falta de asistencia médica, sumado a los tratos crueles y degradantes e inhumanas y las condiciones de encierro van dejando cicatrices muy profundas en la maltratada población penal que sufre el odio contenido en cada crimen impune.
Resulta significativo y alarmante que solo en el año 2010 se hayan producido 34 intentos de suicidio y que haya que lamentar la vida de una vida por esta misma causa en esta cárcel de máxima severidad.
El hecho mas resiente tuvo lugar el pasado 21 cuando fue sorprendido ahorcándose el preso común José Mendosa Mondel, de 44 años de edad, que aun permanece hospitalizado.
Cruel y perverso resulta constatar como los militares disfrutan y hasta sienten regocijo por estas tragedias. Las fuerzas represivas no ocultan sus desprecios por los condenados.
Para ellos los presos no son seres humanos y mucho menos tienen derechos a que los amparen.
Mientras que a la dirección del país no parece interesarle en lo más mínimo el por qué los prisioneros solo piensan en como dar fin a su vida.
Mientras que a la dirección del país no parece interesarle en lo más mínimo el por qué los prisioneros solo piensan en como dar fin a su vida.
A fin de cuenta, el sistema de gobernación de la isla ha encubierto durante años todos estos crímenes.
Precisamente por ser los responsables directo de las más graves sistemáticas y fragantes violaciones de los derechos humanos.
Sobre todo del derecho a la vida.
Sobre todo del derecho a la vida.
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