Por Gloria I Pérez
Corresponsal de Cubademocraciayvida.org
En horas de la mañana del domingo 6 de febrero la señora Mabel González Vicepresidenta del Movimiento de DH “10 de Diciembre” en ciudad de La Habana y esposa del prisionero Raúl Rodríguez Soto encarcelado en la prisión de Guanajay, extinguiendo una larga condena de 30 años de privación de libertad, denunció ante el mundo la situación que presenta su marido en la mencionada penitenciaria.
Añade Mabel que en días pasados su esposo fue amenazado por un preso común con un arma blanca de construcción artesanal, por causas desconocidas para él.
Afirma que se encontraba sentado en su silla de ruedas tomando las pocas horas de sol que le son autorizadas, cuando se abalanzó sobre el éste prisionero común amenazándolo con matarlo, situación que de no ser por algunos presos cercanos que evitaron el desenlace, Rodríguez Soto hubiera sido asesinado.
Explica la señora Mabel González, que a partir de este día, su esposo ha presentado fuertes crisis de depresión e ira mucho más fuertes de las que tenía, provocadas por el hecho, ya que no sabe si el prisionero que lo atacó lo hizo personalmente o fue inducido por el régimen, ya que el no lo conoce, ni es de su destacamento.
Asegura que está fuera de las leyes de cualquier sistema penitenciario mantener a un prisionero de inmigración, conciencia o político junto a esta baja calaña de reos, los cuales purgan condenas máximas, por lo que les importa poco matar que morir.
Estos casos deben ser juzgados ante el mundo, porque no tienen la misma forma de actuar los prisioneros políticos de conciencia o de inmigración ante estos delincuentes comunes.
Raúl es un prisionero de inmigración y de conciencia, está enfermo, invalido en una silla de ruedas, es criminal y abusivo que esto suceda, dijo.
No duda que haya sido mandado a matar porque su esposo preside el movimiento de derechos humanos “10 de Diciembre”, y a pesar de su estado se mantiene alerta sobre cualquier injusticia que ocurra a su alrededor, y los prisioneros combativos contra las violaciones son muy mal vistos por la policía política cubana, por lo que hacen todo lo que sea preciso para liquidarlos de alguna manera.
Ella ha suplicado ante el cardenal Jaime Ortega, todas las instancias políticas y de prisiones en Cuba, a todos las de derechos humanos, y al mundo en general, la liberación por licencia extrapenal de su esposo Rodríguez Soto, pero no ha recibido respuestas de ninguno de ellos.
Argumenta que Rodríguez Soto ha sido cambiado de prisión infinidad de veces, sin que se le haya explicado las causas de tanto traslado. Aunque ella sabe que detrás de todo esto se encuentran oficiales de la Sección 21 de la Seguridad del Estado, los que se empeñan en castigan de forma máxima y constante a su esposo.
Algunas instancias le han dicho que su caso no tiene solución ante las leyes cubanas, a pesar de que Rodríguez Soto se encuentra en una silla de ruedas con serios problemas de columna lumbar, así como un padecimiento crónico e irreversible psicológico y mental, diagnosticado desde la infancia, con crisis a repetición, sin medicamentos en cautiverio, y diagnosticado por la Comisión de Medicina Legal , quien afirmó su condición mental, pero se empeña como castigo y en no dar el brazo a torcer, de que Rodríguez Soto está acto para la condena impuesta por el tribunal cubano y la sala de lo penal Contra los Derechos de la Seguridad del Estado que lo juzgó
Amplia que acude al mundo y a todo hombre de buena fe, así como instituciones de los derechos humanos, civiles y gubernamentales, cristianas y de todo tipo para que aboguen por la libertad de Raúl Rodríguez Soto antes de que se tenga que lamentar males peores.
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