Raúl Castro la pide, EEUU no habla claramente
Actualmente
la importancia militar de la Base no es significativa. Para guerras del
siglo 21 las bases de Florida y Puerto Rico, portaaviones, submarinos
atómicos, y la Cuarta Flota, garantizan las necesidades de EEUU en la
región.
Estratégicamente la Base aporta poco con sus 117 kilómetros
cuadrados, la instalación marítima estadounidense más antigua en el
extranjero, ocupada durante 116 años, donde además de buques, militares,
armamento, familiares, y prisioneros, hay hospital, correos, estación
de televisión y radio, anfiteatro, tiendas, McDonald’s, Subway y otras
opciones de comida rápida.
El excomandante supremo del Comando Sur
de EEUU y de la OTAN, hoy retirado, dijo recientemente que “es
probablemente inevitable que vamos a tener que regresarla de nuevo a
Cuba, pero se necesitaría una gran cantidad de trabajo diplomático
pesado”.
Consideró el territorio “estratégico y de gran utilidad” como
centro logístico para la Cuarta Flota, operaciones antinarcóticos y
humanitarias, y centro de detención de inmigrantes interceptados en el
mar, proyectando el poder de EEUU en la cuenca del Caribe, además de
estar muy cerca de Haití, que muchas veces necesita ayuda.
Un
argumento poco riguroso de tremendistas que rechazan ni siquiera pensar
sobre la Base Naval de Guantánamo es que, de devolverse, se convertiría
de inmediato en base naval rusa. Como si EEUU no se protegiera para una
negociación trascendente sobre la Base.
El interés de Rusia son
estaciones logísticas para reparaciones, mantenimiento, combustible,
agua, alimentos, bebidas, y descanso para sus marinos, no bases
permanentes.
Lo que Moscú necesita lo podría tener en Santiago de Cuba,
Cienfuegos, Cabañas, Matanzas, Cárdenas, Nipe, Puerto Padre, Moa o
Nuevitas, por mencionar puertos de primer orden en Cuba.
Un abogado norteamericano entrevistado por Cubadebate,
libelo digital del régimen, favoreció la entrega incondicional de la
base. AFP tituló la noticia diciendo que el presidente americano tenía
“autoridad unilateral” para devolverla sin consultar al Congreso.
Las palabras textuales fueron: “Creo
[subrayado mío] que él tiene autoridad unilateral para hacer esto”.
Aunque entiende que “el presidente no requiere la aprobación del
Congreso”, considera “muy poco probable que cualquier mandatario,
demócrata o republicano, terminaría un tratado como éste sin al menos
tener la aprobación tácita del Congreso”.
Del titular de AFP y el
festinado alboroto de Cubadebate a lo que dijo el entrevistado, hay distancias. Lo que indica por donde vendrían los tiros.
Algunos creen que la Base devuelta podría convertirse en segundo campus
de la habanera Escuela Latinoamericana de Medicina.
El mencionado
excomandante militar cree que una propuesta de “internacionalizar la
base que conserva su valor como centro logístico para la ayuda
humanitaria, probablemente sería un futuro aceptable para el Pentágono,
al menos en el largo plazo”.
Otro asunto es la prisión para
combatientes enemigos capturados en la guerra contra el terrorismo. Allí
no todo han sido maravillas de EEUU hacia los prisioneros. Sin embargo,
los sirvientes del castrismo, incluidos los obsesionados por un plato
de lentejas, califican la instalación como infierno insoportable, y los
presos nobles arcángeles antiimperialistas a quienes se tortura y violan
constantemente sus derechos humanos. Y hablan de Abu Ghraib y de lo
malos que son “los gringos”.
No del Combinado del Este, la prisión de
Aguadores, Manto Negro, o Villa Maristas, templo de detención e
interrogatorio de la seguridad del Estado cubana, creado en
instalaciones confiscadas a la Iglesia Católica medio siglo atrás: para
ellos las prisiones castristas no existen o son una maravilla. Nunca
hablan de lo que sucede allí dentro. No saben nada de eso. Ni les
interesa.
Cerrar la prisión en la Base es promesa incumplida de
Obama desde que comenzó su primer período presidencial en 2008, cuando
anunció cerrarla en un año. Hace menos tiempo que cuando Raúl Castro
prometió el vaso de leche diario. Recientemente el portavoz de la Casa
Blanca dijo que Obama “piensa realmente que la prisión de la base de
Guantánamo debe ser cerrada. Pero la base naval no es algo que deseemos
cerrar”.
En la última sesión de conversaciones Cuba-EEUU para la
reapertura de embajadas, Washington declaró que el tema de la Base Naval
no estaba en agenda. “El problema de Guantánamo no está sobre la mesa
en estas conversaciones”, dijo la jefa de delegación de EEUU. Lo cual no
significa que no pueda estar en otras próximas. La Habana trajo el
tema, ante todo, para “subir la parada” y ver qué pudiera lograr al
respecto. Al régimen no le importa lo que piense su pueblo sobre este
tema, ni sobre ninguno.
A Washington sí le importa lo que piensen
los americanos, y deberá tenerlo en cuenta para actuar. Y corresponde
solamente al gobierno americano —no a los cubanos en EEUU ni otro lugar
del mundo— determinar qué hacer y cómo, según sus intereses y objetivos.
El resto es paisaje.
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