Foto: Lázaro Pie Pérez
Lázaro Pie Pérez, miembro del movimiento Impacto Juvenil Republicano, se encuentra cumpliendo una sanción de 1 año de privación de libertad, que tenía pendiente, en el campamento penitenciario Ho Chi Minh, un instituto preuniversitario en el campo (IPUEC) convertido en centro penal, ubicado en Bainoa, provincia Mayabeque.
Refiere Lázaro Pie que este centro penitenciario, más conocido como El Infierno, es de cuatro plantas, y tiene 5 destacamentos, cada uno con 65 reos aproximadamente. Por falta de camas, varios de ellos tienen que dormir en el piso.
A las 5 de la mañana, las pertenencias de los reos son guardadas en el cuarto piso. Los reos tienen que salir de los destacamentos a las 6 de la mañana, y no se les permite entrar a los cubículos hasta las seis de la tarde. El agua la ponen dos veces al día, durante 30 minutos.
El centro penitenciario cuenta con 11 brigadas de trabajo. Hay reos que realizan trabajos forzosos dentro de la prisión como en la construcción y la cocina. No les pagan salario alguno.
Hay una brigada integrada por 16 reclusos, que laboran en la agricultura, fundamentalmente sembrando, de seis de la mañana a seis de la tarde. El salario básico mensual es de 300 pesos en moneda nacional mensual. En la cooperativa que prestan servicio estos presos, no les proporcionan merienda ni almuerzo. Los reos tienen que caminar más de un kilometro para almorzar en la prisión, y volver al trabajo.
Otra de las brigadas, integrada también por 16 reclusos, dirigida por las FAR, trabaja en las líneas del ferrocarril, perteneciente a la FAR, integrada por 16 reclusos, de seis de la mañana a cuatro de la tarde. El salario básico mensual es de 350 pesos, pero el pago es variable.
El contenido de trabajo de los reos de esa brigada es abrir huecos de 50 metros de ancho, y de profundidad de dos a tres metros, tienen que cargar vigas de concreto de dos metros, entre cuatro reos. A diario tienen que caminar 14 kilómetros para buscar los instrumentos de trabajo. No tienen almuerzo, solo merienda: pan y agua con azúcar.
Muchos de ellos tienen que ir a trabajar descalzos, por no tener zapatos.
Los jefes del penal no les suministran medios de protección física, a pesar de tenerlos almacenados en la prisión. Si los reos sufren algún accidente de trabajo no son auxiliados por los oficiales, y son obligados a trabajar accidentados.
El reo Enrique Guzmán, de 19 años de edad, se accidentó, clavándose dos clavos en las manos, no fue auxiliado y obligaron a seguir trabajando. Otro preso que sufrió una caída no ha tenido tratamiento médico.
Los presos se quejan de la poca comida que le suministran, a pesar de que tienen que trabajar 12 horas bajo sol. La comida sobrante es recogida por los jefes, que se la llevan para alimentar a sus animales.
La población penal de este campamento es de 311 reclusos. Entre ellos se encuentran los de mínima, que tiene que presentarse a cumplir de 1 a 5 años de sanción. Todos son sometidos a abusos y tratos inhumanos, por las autoridades del centro.
Afirma la fuente que el teniente coronel Castillo, el jefe de la unidad, quien fue expulsado de la prisión de Melena del Sur, por torturar a los presos y por corrupción, a menudo intimida a los reclusos con trasladarlos a las prisiones si se quejan o desobedecen.
Uno de los funcionarios de orden interior más abusivos es el sub oficial Walter, al cual apodan “el león sin grados” y el torturador. Este oficial fue sancionado y degradado en el año 2010, por la teniente coronel de atención a la ciudadanía llamada Walquiria, por actos de corrupción y maltratos a los presos.
En el campamento Ho Chi Minh, la atención médica casi no funciona. Los médicos atienden a los presos enfermos cada dos días, pero no hay medicamentos y los conduces a los hospitales no se realizan. El jefe de almacén, el capitán Carlos, manifiesta que la dieta para los reos enfermos no existe.
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