Mi esposo, el mayor de mis dos hijos y yo estamos presos; en diferentes sitios y con distintos status. Pero como prisioneros políticos tenemos toda una serie de principios que el régimen quiere resquebrar. En particular Osvaldo el padre, no se quiere vestir de preso. Debido a ello no le permiten ir al comedor y ya tiene 15 días sin alimentarse y 7 de ellos en celda de castigo.
Como método de chantaje, tanto para él como para el resto de la familia, están utilizando a mi hijo Osvaldito, en contra de su papá, para obligarlo a que lleve el uniforme de la prisión.
El día 26 de noviembre, lo trasladaron para Canasí, en un campamento en medio del monte; sin comunicación y el pase que le correspondía el 5 de diciembre, le dijeron que tenían que analizarlo porque era un caso especial, pero también le comunicaron que el traslado era por culpa de su padre.
No sé hasta qué punto pueda llegar el chantaje y los abusos de estos militares orientados por la policía política, que hacen y deshacen a sus antojos y siguen protegidos por un sistema corrupto; mientras que para nosotros no hay esperanza de justicia.
Una familia completa en prisión, sin haber cometido delito alguno, solo por el único hecho de pensar diferente. Esta es la realidad de Cuba.
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