Por Frank Correa
Luis Reyes Gutierrez, de 53 años y natural de Jaimanitas, recluido en la compañía 3308 del edificio 3ero Sur del Combinado del Este, me escribe desde ese centro penitenciario reclamando ayuda para que se haga justicia con su caso, que dice estar repleto de falsedades y omisiones, por el que debe purgar una sanción de 7 años de privación de libertad.
Cuenta Luis, que el 28 de diciembre del 2012, a las once de la mañana, tres hombres y una mujer vestido de civil se presentaron en su vivienda y efectuaron un registro, donde le fueron ocupados un cigarro de marihuana, un teléfono celular y 55 CUC (dólares), suficiente para ser conducido a la 5ta estación de policía en el municipio Playa.
En los dieciséis días que permaneció en los calabozos de la 5ta, fue sometido a cinco sesiones de interrogatorios y en todas las veces dio la misma declaración: “Compré el cigarro de la hierba en el establecimiento estatal que expende productos en divisas llamado El rumbo, a un hombre de tez negra con pelado yonky. Yo estaba comprando una caja de cigarros Populares, cuando presencié cómo el individuo vendía hierba a otras personas y me embullé a comprar uno, para fumarlo el 31 de diciembre y pasar un poquito mejor las fiestas de año nuevo”.
Tráfico de drogas
La primera acusación fue “Tenencia de droga” y Luis estuvo de acuerdo, pues a pesar de que muchos países han comenzado a despenalizar el consumo de la cannabis para uso medicinal, incluso recreativo, y en el caso específico de él lo ayuda a combatir la migraña que padece desde muy joven, conoce que en Cuba constituye un delito, perseguido y sancionado por la ley.
En la estación de policía le efectuaron una prueba de orine, que dio negativa. Le devolvieron el teléfono celular, que estaba en regla y aunque se comprobó que el dinero era producto de una remesa recibida recientemente de un familiar radicado en el extranjero, no le fue retornado.
Pero al ser trasladado para la prisión Combinado del este a la espera de juicio, la petición fiscal que le llegó fue de 7 años de privación de libertad por “Tráfico de drogas”, una artimaña judicial que considera una injusticia.
Igual sucedió durante la vista oral. La perito que realizó los exámenes no se presentó en el juicio y fue reemplazada por otra, que notificó “positiva la prueba de orine”, otra arbitrariedad judicial.
Sepultado en vida
Además, la fiscalía atestiguó en su alegato que sobre él se mantenía un “seguimiento por venta de drogas”, una acusación que su abogada pudo desmentir ante el tribunal, presentando una carta del jefe del departamento antidroga del municipio que dijo desconocer la existencia de tal seguimiento.
Luis alega, que por tenencia de un cigarro de cannabis sabe que le tocaría cumplir una sanción de hasta tres años, pero siete son demasiado y pesan. Estando en prisión perdió su matrimonio. No sabe nada del paradero de su hija de ocho años.
Ha pensado en quitarse la vida y poner fin de una vez por todas a esta pesadilla. Pero su deseo que se haga justicia con su caso es más fuerte, que la decisión de abandonar el mundo por cuenta propia. Dice que “al parecer para la policía fue una hazaña sepultar en vida a un humilde ciudadano, que solo quería pasar un poquito menos mal el fin de año y tratar de ver con mejores ojos el año nuevo”.
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