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El nombre del periodista independiente Yoennis de Jesús Guerra García ha figurado de manera destacada en las informaciones deYayabo Press. Como informó ese órgano informativo este jueves, la vida del comunicador alternativo, en estado de gravísima alteración nerviosa, corre serio peligro. ¿Cómo cayó en esa situación?
En puridad, no conozco a Yoennis. Mis referencias de él surgen de las informaciones que de vez en cuando ha elaborado para la Agencia Yayabo Press. No era de los corresponsales más activos; tal vez por vivir en Arroyo Blanco, pequeño poblado del municipio de Jatibonico. Pese a su limitada actividad periodística, lo que nunca ha estado en duda es su decidida inconformidad con el régimen totalitario que padece Cuba.
El sábado 19 de octubre, fuerzas de la policía se presentaron en el domicilio que ocupan Yoennis y su familia. Según me han explicado, se trata de una pequeña casita que, como es usual en las zonas rurales, tiene al fondo un amplio patio. Éste no está cercado, y cualquiera puede acceder a él.
Fue precisamente hacia ese lugar adonde se dirigieron directamente, como si supieran lo que iban a encontrar allí, los agentes represivos que practicaron el registro en el modesto inmueble. Parafraseando el título de la que, para mí, es la obra más brillante del gran García Márquez, me limito a hacer la crónica de una ocupación anunciada.
Delito más grave que el homicidio
Uno de los agentes regresó a la casa llevando en sus manos un saco mediado de carne, al parecer de res. Aquí, para quienes no conocen las realidades inmediatas de Cuba, debo aclarar que el sacrificio ilegal de ganado mayor (o incluso la simple transportación, venta o tenencia de sus carnes) constituyen delitos graves; más que un homicidio intencional.
Era esa la amenaza que se cernía sobre Yoennis, y por supuesto que tanto él como sus seres queridos se percataron inmediatamente de ello. Su esposa, mamá y hermana pueden dar fe de que ese día el hombre de la casa jamás salió de ella, por lo que mal pudo haber estado sacrificando una res en un sitio apartado.
En ese momento cambiópor completo la vida del periodista independiente. Él, que jamás ha cesado de afirmar que todo lo que le sucede no es más que una patraña urdida por las autoridades —un vulgar “paquete”, como reza el acertado símil popular—, se declaró en huelga de hambre, que mantuvo durante semanas y sólo abandonó a instancias de las preocupadas mujeres.
Trasladado a la Prisión Provincial de Sancti Spíritus, conocida como Nieves Morejón, sus carceleros lo introdujeron no en un destacamento destinado a los acusados pendientes de juicio (que era lo que correspondía hacer), sino en uno en el que se encuentran reos ya condenados a veinte y más años de cárcel.
Se trata de una violación grosera de las normas establecidas en las mismas leyes cubanas y hasta del simple sentido común. Se sabe que un mero acusado, aunque sea un habitual del delito, puede confiar en salir absuelto o recibir una pena leve. Obviamente, no es ésa la situación de reos desesperanzados que extinguen sanciones larguísimas.
Entre estos últimos encerraron a Yoennis. ¿Fue una orden emitida desde lo alto, o se trata de una “iniciativa local”? Ya sabemos que, en Cuba, las autoridades ven los cielos abiertos cada vez que tienen la posibilidad de encausar a un disidente por un delito común. Ese es el principio general, pero siempre hay espacio para la maldad de los corchetes locales, máxime en un país que, como el nuestro, no es un estado de derecho.
La situación actual de Yoennis es trágica: Algunos de los reos de alta peligrosidad con los que lo obligaron a convivir introdujo en su agua cierto soporífero. El periodista se enteró de ello al sentirse desfallecer y observar en el fondo de uno de los pomos restos de pastillas trituradas. Su reclamo de ser conducido al hospital del penal recibió las burlas de un carcelero.
Después, él desconoce qué pasó. Lo grave es que unos reos le hicieron ver que había sido violado. ¿Fue eso cierto, o se trata de una fábula macabra para destruirlo moralmente? No lo sabemos, pero lo cierto es que Yoennis quedó tan desestabilizado que ha atentado contra su vida, y hoy está ingresado como paciente psiquiátrico, amarrado a su cama del Hospital Provincial de Sancti Spíritus.
Es justo y necesario que la opinión pública se solidarice con Yoennis, tanto ante la patraña judicial que pretenden urdirle, como ante la incalificable bajeza que acaba de sufrir, por órdenes o con la anuencia de sus carceleros.
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