LA HABANA. (CN) -El domingo pasado comencé este articulo así: ¿Quién es (o era) Eric
Sandy Poll Wilson? Escribí “era” entre paréntesis, porque intuía que
cuando el texto fuese publicado Eric Sandy ya no pertenecería al reino
de los vivos. Así ocurrió.
Este lunes 11 de junio, en horas del mediodía, fue confirmada su
muerte. Tenia 26 años, padecía de asma crónica, era habanero y cumplía
sentencia en La Empresita, una prisión ubicada en la distante provincia
de Camagüey, a donde había sido enviado seguramente para hacerles más
difícil las visitas a sus familiares, castigo adicional que le gusta
aplicar al gobierno, en un país donde transportarse de un barrio a otro
es un pesadilla y entre provincias, un verdadero calvario.
Días antes de morir Eric le había manifestado al re-educador
(carcelero con mayor responsabilidad en velar por la integridad de los
presos que tiene a su cargo) que tenía asma, que necesitaba asistencia
médica. El re-educador lo que hizo fue decirle al personal del servicio
médico de la prisión que el reo fingía una crisis, para pasar un tiempo
hospitalizado y tomarse una vacaciones fuera del penal.
La jefa de los médicos, doctora María Betancourt Cabeza, y la jefa de
las enfermeras, Romelia Álvarez Vega, al parecer estuvieron conformes
con el “diagnóstico” del re-educador Alexey Malledo Toledo. Pasaron
otros dos días, sin que Eric recibiera medicamentos. Pero al tercer se
hizo evidente que el “fingidor” se asfixiaba de veras. Había caído en
estado de coma.
Corrieron con él, inicialmente para el hospital Amalia Simoni,
después sería trasladado al Hospital Militar, y más tarde, reportado de
muy grave, nuevamente retornado para el Amalia Simoní. Queda a las
autoridades explicar el motivo de esos extraños trasladados entre
hospitales.
Otro dato interesante es que estando Eric Sandy en terapia intensiva,
vivo solo por medios artificiales, el mismísimo re-educador se personó
en el hospital para entregar la carta de libertad de Eric a Romilda
Wilson, la madre, quien viajó los mas de 600 kilómetros que distancian
La Habana de Camagüey, para permanecer al lado del hijo. Al parecer, era
importante que Eric no muriera bajo custodia de las autoridades, sino
como un ciudadano libre.
El re-educador aprovechó el encuentro para lavarse las manos,
explicándole a Romilda que la culpa era de su hijo, que “raspaba
pintura de cal de las paredes del penal para inhalarla y auto provocarse
el asma”.
Pero hay otros detalles llamativos en este nuevo crimen, que
evidencian la culpabilidad por negligencia de las autoridades
carcelarias en esta nueva muerte de otro preso en custodia. Se sabe que
un alto funcionario de los servicios médicos de prisiones en Camagüey,
un tal Juan Carlos, se personó en La Empresita para regañar al personal
médico, calificándolo de irresponsable y haragán. También resulta
interesante el historial laboral del mencionado re-educador, que hacía
poco tiempo había cumplido una sanción de tres meses por haber
abandonado su turno de guardia en la TRT, una prisión para militares
infractores, sin haber sido degradado como 1er oficial, ni perdido su
puesto de re-educador.
El hecho, por haberse producido en Cuba, no tiene nada de
extraordinario. Eric es uno más que se suma a la siempre creciente lista
de presos –comunes y políticos- que han muerto en las prisiones de la
Isla debido a las dantescas condiciones carcelarias, la negligencia y
desidia de los funcionarios y la falta de atención médica. Muertes
evitables que los funcionarios carcelarios del todopoderoso Estado
socialista, que se saben impunes y por encima de la Ley, no se preocupan
por evitar.
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