Por Juan Carlos Linares Balmaseda
-Sin nada nuevo, la fiscal en la vista oral se aferró al menor de los supuestos delitos, “Violación de Domicilio y Lesiones”, estando probado, por la propia “testigo”, que mentían. La farsa del juicio fue un ajuste de cuentas a Santiesteban por su oposición al totalitarismo, y así se lo hizo saber el oficial de la policía política, nombrado Camilo, un mes antes de que se diera a conocer la sentencia del Tribunal de la Sala 1ra. de la Seguridad del Estado, en su sede especial en Carmen y Juan Delgado: Cinco años de cárcel.
¿Cómo describes tu transición, de famoso de la Cultura a disidente?
-Siempre he manifestado el anhelo de contar con una esquinita del periódico menos importante, en la última página, y ahí comunicar mis criterios, errados o no, como cualquier mortal. En un viaje a la República Dominicana, el último que pude dar al exterior, el escritor y hermano Camilo Venegas me enseñó algo que llamaba blog, para mí desconocido, y aquello me impactó. Regresé a Cuba con el fuego dentro, una llama que crecía por volcar mi mirada sobre lo que me rodeaba y preocupaba a mis contemporáneos. Intentar ser voz. Desde ese momento, comenzaron a crearme un expediente de disidente, y a continuación de delincuente.
-Me aplicaron las acusaciones más extremas, como atropellar a un menor en la vía pública con mi automóvil y darme a la fuga, intento de asesinato, robo con fuerza, abusador de mujeres, incluyendo la violación, y otras estupideces que darían risa si se tratasen de una comedia de ficción y no de la vida real de un hombre, y por las que ahora estoy en cautiverio.
¿A quién utilizaron en tu contra?
-A una ex mujer con la que llevaba más de dos años y medio separado. Estaba resentida por múltiples situaciones de las que no me mofo. Esto no lo he dicho nunca porque me avergüenza. Y no lo expuse en el juicio porque inmiscuía a menores. Hoy son adolescentes. Mi ex supo de una hija mía, 32 días menor que nuestro hijo. A eso agréguele que nunca acepté casarme con ella. Después comencé una relación con una actriz talentosa, popular y bella, que le multiplicó el rencor.
-Mi ex le hablaba horrores a nuestro hijo de mi nueva pareja, aún sin haber existido un simple diálogo entre ellas, y todavía la odia. Coincidió también que en ese tiempo mi ex mantenía una relación con el Mayor Pablo, jefe de los jefes de Sectores del municipio Playa, y por ahí le entraron. No sé quién manipuló a quién, o si ambas partes lo hicieron, pues poseían rencores hacia mí, es decir, mi ex y la Seguridad del Estado.
-Si sé que emplearon al instructor, Capitán Amauri, quien falsificó y ocultó pruebas en la preparación de mi expediente. Lo acusé ante sus superiores, a través de una carta, calificándolo de analfabeto y mentiroso. Fue expulsado de la PNR (policía) por cohecho, y aunque trabajó mi expediente, decidieron no presentarlo en mi juicio. Quizá un día diga la verdad de lo que ocurrió. Confío en que el tiempo sacará la verdad a flote, ya sea justificándose con que cumplían órdenes.
¿Cuán profundo sientes el daño que te han hecho?
-Mi trayecto hacia opositor me ha ido alejando del medio literario, y por supuesto, ahuyentando a los colegas que consideraba “amigos”, quedando solo unos pocos: los suficientes. Me gusta pensar que cada uno de esos pocos amigos de verdad, para mí valen más que todo el grupo de cobardes que se dispersaron. Toda esa marginalidad cultural que han fabricado en torno mío me da un orgullo inmenso.
-He pasado por celdas de castigo, y si pensar diferente lleva este castigo, creo que estoy en el lugar que me corresponde. Por lo menos ahora me siento lejos de toda simulación. Realmente mi delito fue escribirle una carta abierta a Raúl Castro, conminándolo a que liberara a Antonio Rodiles, y unos días antes, la manifestación que realizamos frente a la unidad policial en la avenida Acosta. Esos hechos fueron los detonantes para encarcelarme. Estoy preso por una perreta de Raúl Castro, de eso no tengo duda. Le llamo perreta a tomar una decisión que les hace más daño que bien, al persistir en satisfacer su ira. Hay que estar enfermo de poder para ejecutar las violaciones que históricamente han arremetido lo hermanos Castro contra aquellos que les han hecho oposición.
¿Qué recuerdas del juicio?
-Una perito caligráfica, Teniente Coronel, me puso a copiar, nada menos que fragmentos de un artículo económico del periódico Granma. Según ellos, por la altura de mi letra y la inclinación, soy culpable. Parece un chiste, pero es real. Mi abogado alegó que la prueba caligráfica no es una prueba definitoria. Internacionalmente no se acepta. Es una seudociencia. La perito insistió en que sí es ciencia, que data del siglo XVII, y que sí era definitoria. Mi abogado, joven, citó varios especialistas caligráficos, los que ella no conocía, según alegó en el juicio. Están en internet y la literatura de ellos se encuentra en La Habana, la cual desconocía también. Era evidente que había ido allí sin preparación, únicamente a cumplir una orden de la Seguridad del Estado. Denegaron a mis cinco testigos, y no admitieron los argumentos de manipulación. Me impusieron una sanción de cinco años que no era por el delito que me imputaban.
¿Cuánto provecho le extraes a la prisión, como escritor?
-Ha sido una experiencia grandiosa. Intento sacarle el mejor y mayor provecho. Rodeado de asesinos, traficantes de drogas, ladrones…Tengo las mejores relaciones con ellos. Aprovecho para escribir, y terminar algunos proyectos literarios. Terminé la novela El verano en que Dios dormía. La envié al concurso Frank Kafka de Novela de Gaveta en la República Checa, y recibí la noticia de que había obtenido el galardón. ¡Tremenda alegría!
-El libro relata la agonía de un grupo de balseros que escapan sobre una balsa, las peripecias en el mar, recogidos por el barco que los lleva a la Base Naval de Guantánamo; la vida en campamento, las indisciplinas, las correcciones, los problemas internos que surgieron, hasta que deciden regresar a territorio de Cuba atravesando el campo minado que hay en la zona. Tiene mucho de testimonial.
¿Estar en un asentamiento carcelario de menor rigor y darte un pase, que recibiste hace poco, será una manera de ceder del gobierno?
-Todo lo contrario. Creo que me alejaron de los conflictos carcelarios que yo denunciaba constantemente en las cárceles anteriores por las que ha pasado. Me enrolaba en las situaciones de los reos y los defendía. Por mi sanción, pertenezco al régimen carcelario de “mínima”, es decir, de menor peligro, por lo que me corresponde, por reglamentación, estar en campamento y no en prisión de máximo rigor. Enviarme a la prisión 1580 fue una violación de sus propias leyes.
-En el campamento se sale de pase cada sesenta días. En siete meses aquí, debí haber salido mucho más veces, pero la Seguridad del Estado no quiso. Aquí, donde me encuentro, los reclusos salen cada 27 días, pero como yo no trabajo ni colaboro con la reeducación, no me permiten salir mensualmente.
-Por otro lado, siempre he tenido cargos en la masonería, el último era a nivel nacional, y tenía que dedicarle mucho tiempo; además, al proyecto de pensamiento libre de Estado de Sats…A ese espacio le di todo el tiempo necesario porque me parece un propósito loable y tangible para el cambio político que Cuba necesita. Entonces, una vez preso, me dije: ¡A trabajar!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario