DESCANSE EN PAZ
Raudel Concepción Herrera, solía ser un muchacho de apenas 27 años de edad, cuando el día 20 de septiembre del año en curso dejó de respirar en una celda en el municipio San Cristóbal, actual provincia de Artemisa. Lo triste de la historia es cómo falleció Raudel, joven cubano natural del municipio Mariel, Central Nodarse, en la propia provincia de Artemisa, quien se encontraba recluido en la prisión de Taco- Taco, sancionado a tres años de privación de libertada por el delito de hurto.
Raudel conocido cariñosamente por el alias de Rirri, así le decían los internos en el destacamento donde estaba recluido antes del fallecimiento; era un joven carismático con buenas relaciones con todos e imperativo, según criterios de los reclusos del colectivo # 6 de la prisión de Taco-Taco.
En conversación con varios internos alegan y sostienen, que el occiso aunque tenía problemas de salud, su muerte pudo haberse prevenido si se hubiese actuado a tiempo y no se hubiera sido tan negligente como lo fueron.
“Al Rirri lo dejaron morir -prácticamente estuvo 15 días en esos trajines- 7 días se los pasó en el destacamento volado en fiebre, con muy pocas atenciones médicas. Al cabo de la semana fue internado en la enfermería, cuando su estado de salud se había empeorado considerablemente; tenemos entendido que se le realizó una remisión para el hospital de San Cristóbal pero tardaron como tres días en llevarlo y al parecer era demasiado tarde porque se murió rápido”, declararon algunos reclusos.
Unos Fiscales vinieron a la prisión, a investigar, pero todo fue para llenar formularios reglamentarios, porque en realidad no hubo tal investigación, sacaron solamente un recluso del destacamento para hacerle preguntas, los otros entrevistados fueron del destacamento # 4; lo cual no tiene lógica, porque ellos no tienen conocimiento de lo sucedido.
Es hora que el tema de la salud tome otro curso en esta prisión, donde el sistema es pésimo y deprimente, hasta los oficiales reconocen que a veces no saben qué respuesta le van a dar a los internos enfermos, porque no hay medicamentos para tratar las gripes o cualquier epidemia, le tocó a Raudel ser el fallecido por estas indolencias, pero mañana puede ser cualquiera de los 700 internos de esta prisión. Es hora de cambiar esta triste situación.
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