Por Dania Virgen García 
Desde el Combinado del Este, el recluso Julio Ortíz  Argudín,  de la compañía 3309 del edificio tres, informa acerca de las infrahumanas condiciones existentes en el área de castigo de la prisión.
Refiere  que en el edificio uno,  en el área llamada  “la  incrementada”, donde vivió desde que fue trasladado de la prisión de Valle Grande por sacar denuncias al exterior, hay  filtraciones de agua albañales y la humedad es excesiva. 
Afirma Ortiz Argudín que en violación  del artículo 78,  que dice la integridad de los reos es inviolable y del reglamento penitenciario, que expresa que se debe dar una hora de sol diaria para todos los reos,  estos son sacados a tomar sol cada dos días.
Ortiz Argudín cita dos casos de presos enfermos   sin atención médica. 
El recluso Isael Mesa, que se tragó una cuchara, permaneció  21 días con ella en el estómago porque la doctora se negó a operarlo y decidió esperar que la defecara. Finalmente, fue operado debido a las protestas de los reclusos. 
Israel Guerra González desde hace tres meses  presenta dolores fuertes en el pulmón derecho, pero le han negado  la atención médica, teniendo conocimiento del caso el segundo jefe de unidad, y el reeducador Vitico.  La doctora Yoslaine Simón Cantero afirmó que ya fue reportado en el archivo, pero el reeducador la desmintió delante del reo.
El mismo reo pidió a Argudín que le informara “a la gente de los derechos humanos sobre su situación, para ver si es atendido por algún especialista”, ya que teme sea una cuestión personal contra él. Su hermano, Felipe Guerra Gonzalez, ha reclamado a los jefes de de la prisión pero no ha conseguido la asistencia medica que Israel Guerra necesita.
El mismo reo pidió a Argudín que le informara “a la gente de los derechos humanos sobre su situación, para ver si es atendido por algún especialista”, ya que teme sea una cuestión personal contra él. Su hermano, Felipe Guerra Gonzalez, ha reclamado a los jefes de de la prisión pero no ha conseguido la asistencia medica que Israel Guerra necesita.
Refiere Argudín que recientemente un oficial a quien llaman “el sargentón” lo agarró por el cuello, lo amenazó de muerte y le dijo que  sería enviado para la celda de castigo si seguía  reclamando los derechos de los presos. 
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