Dania Virgen García, (cubadentro)
En la prisión del Combinado del Este, el recluso cubano-americano, Carlos Alberto Pérez Ávila, afirma que se encuentra preso por un delito no cometido.
Ciudadano americano, universitario, se encuentra en prisión desde el año 2007. En la causa 165/2007, lo juzgaron por asesinato a treinta años de privación de libertad.
Pérez Ávila pidió una revisión de causa para que se esclareciera su inocencia al fiscal general de la república. En la respuesta, enviada el 17 de diciembre 2010 por el vice fiscal general Carlos Raúl Concepción Rangel, y recibida el 18 de febrero de 2011, queda claro que el acusado no cometió el delito, que “los fiscales y jueces cometieron fallos desatinados, culpándolo cuando no hubo prueba alguna que lo involucrara con los hechos que le fueron imputados, anulando la sentencia impugnada y procediendo con el artículo, 464, inciso 6 de la ley de procedimiento penal, disponiendo la nulidad de las actuaciones y la retroacción del proceso”.
No obstante, Carlos Alberto Pérez sigue en espera de su libertad. Ha estado en Villa Marista en dos ocasiones. La última vez fue por siete meses, y le reabrieron el expediente, demostrando su inocencia.
La Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana tiene conocimiento de los hechos. El recluso ha sido visitado por funcionarios norteamericanos, que tienen en su poder todos los documentos antes mencionados.
El preso presenta síntomas de colitis ulcerativa, ulcera duodenal, presión arterial. Tiene que recibir dieta pero hace cuatro meses que no recibe la adecuada.
Se niega a ponerse el uniforme de preso por sus síntomas de dermatitis en la piel y además porque es inocente y lleva en prisión cuatro años ilícitamente. Los funcionarios de orden interior lo han amenazado por no ponerse la ropa de preso. Una de estas amenazas se produjo el 19 de agosto, cuando tuvo su visita consular. También por no ponerse el uniforme le impidieron participar en la misa de los padres católicos Juan y Ricardo.
El día 13 de agosto el primer teniente Ernesto Miranda, reeducador del piso 3 lo amenazó y le comunicó en forma descompuesta que no le interesaba que estuviera autorizado por los jefes de la prisión a no usar uniforme, porque él disponía allí “lo que quisiera”.
Pérez Ávila afirma que ha recibido torturas sicológicas y físicas por parte del oficial llamado Riquelme, en las celdas de mayor rigor del área 47, donde pasó dos años y seis meses.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario